Porque te vi, te dejé entrar, cerré la puerta y te elegí.
Porque esos dos faroles pueden hacer que si estoy fané, las pequeñas cosas se bañen del brillo de esa ternura que transmitís cuando me mirás.
Hoy puedo entender que te gusta el té, que odias el café, que a pesar del vértigo no hay altura que impida que me saque el disfraz.
Que funcione o no, que esté bien o mal, vivirlo con vos para mi es la gloria.
Sin escatimar, sin darnos de más, sin acelerar, sin tirar pa’ atrás, siempre fue así nuestro asunto: le falta de acá, le sobra de allá, retocándolo, pero siempre juntos.
Distingo excusa y resultado, y hoy elijo estar con vos.
Ya no me encuentro figurando en el veraz por fin no debo más de lo que va a venir (pago los precios de tenerte, darte amor y ser feliz.)
Porque me es imposible de imaginar agonía más cruel, más aterradora que mi canto y tu danza alejándose, uno arriba del tren y otro en la estación.